-¿Esta tonta? ¡Esta tonta sería incapaz de decidirse por un menú ni aunque solo existiese una sola opción!
El resto de los agentes se rieron con ganas. El policía Francisco Mendoza no tenía reparo alguno de ridiculizar a su mujer, incluso teniéndola justo al lado.
-No es fácil elegir, con la cantidad de combinaciones disponibles. Además, tam... tam...tampoco llevo tanto tiempo pensándolo- ella se defendía como una niña pequeña llena de rabia, enfurruñada por volver a pasar otra situación abochornante pero sabiendo que, aunque lo intentara, saldría perdiendo.
-Lo mismo me dices cuando estás en el baño. ¡Y no precisamente maquillándote! Te ayudaré ¡Pide algo laxante para ese estreñimiento en potencia que padeces!
Los compañeros estallaron en risas, salvando uno o dos, que rieron de manera disimulada, quizá dándose un poco cuenta de que la broma estaba empezando a ser demasiado bruta.
Dolores pudo notar como una parejita joven, que estaba en la cola un poco más atrás, recriminaba por lo bajo la actitud de su marido. Se limitó a suspirar y a pedir lo primero que se le ocurrió. Recogió su menú y se sentó con los demás en la mesa dónde ellos ya habían cogido sitio, pues se habían hartado de esperarla.
Bromas, temas superficiales y la risa ruidosa de su marido, que ni se molestaba en tragar lo que comía antes de reir. Miró por la ventana, con las pupilas vacías de encanto y los párpados pesados de tedio existencial.
Los reyes de la noche se llamaban a sí mismos. Una placa, una porra y ya eran los mandamás de las calles.
-Voy al baño: tengo que cambiar el agua al canario.-dijo entre risas por un comentario que había dicho el agente Suárez.
Tras levantarse Mendoza, Dolores informó que ella también iba al baño. Mientras que Mendoza fue respondido con asentimiento, Dolores fue ignorada totalmente.
Una hora más tarde, una ambulancia y varios coches patrulla se aglutinaban a las puertas de la hamburguesería. Todo eran murmullos de expectación. Detuvieron a todos los clientes y personal que se encontraban en aquel momento en el local. A todos salvo a una persona.
-¿Dolores? No vale la pena. No tiene materia gris ni fuerza suficiente para hacer frente al bueno de Fran.-informó uno de los agentes a otro. La mujer se había ganado una "reputación" en la comisaría, gracias a las habladurías de su cónyuge.
Dolores observo la escena. Fran era trasladado a una camilla. Diagnóstico: Ocho puñaladas bien dadas. Estaba muerto y todos lo sabían. La cara de Dolores permaneció inmutable, demasiado impactada como para reaccionar. Su tez cetrina presentaba un aspecto más verdoso del habitual.
Apagaron las luces. Cerraron las puertas. La mujer se quedó en la puerta de entrada cuando todos se marcharon, como una estatua: mirada baja, labios sellados pero, eso sí, postura recta y firme. El jaleo fue cesando hasta que pudo escuchar a los grillos. Miró su reloj. Las 12 de la noche. Solo algún transeúnte pasaba, posiblemente con intención de volver a su casa, nada mejor que hacer en un pueblo como aquel entre semana.
"¿Qué será ahora de mí, si ni siquiera tengo trabajo?" se preguntó para sus adentros. Sacudió la cabeza con fuerza " Encontraré la manera, claro que sí". Observó su bolso y lo apretó con fuerza. Comenzó a caminar con prisas. Con un poco de suerte podría coger el autobús que salía dentro de diez minutos de la parada de la Plaza Central. Sabía que le esperaba una noche larga de transbordo de transportes públicos. Por la noche habían pocos y los existentes daban tal cantidad de rodeos que podría desesperar al más paciente. Pero era necesario. Recordaba un pequeño solar en el que jugaba cuando era niña. Le parecía el lugar indicado para enterrar el cuchillo con el que había dado fin a años de cadenas de discordia.
Versión 2 (mejorada):
11:10pm
-¿Esta tonta? ¡Esta tonta sería incapaz de decidirse por un menú ni aunque solo existiese una sola opción!
El resto de los agentes se rieron con ganas. El policía Francisco Mendoza no tenía reparo alguno de ridiculizar a su mujer, incluso teniéndola justo al lado.
-No es fácil elegir, con la cantidad de combinaciones disponibles. Además, tam... tam...tampoco llevo tanto tiempo pensándolo- ella se defendía como una niña pequeña llena de rabia, enfurruñada por volver a pasar otra situación abochornante pero sabiendo que, aunque lo intentara, saldría perdiendo.
-Lo mismo me dices cuando estás en el baño. ¡Y no precisamente maquillándote! Te ayudaré ¡Pide algo laxante para ese estreñimiento en potencia que padeces!
Los compañeros estallaron en risas, salvando uno o dos, que rieron de manera disimulada, quizá dándose un poco cuenta de que la broma estaba empezando a ser demasiado bruta.
Dolores pudo notar como una parejita joven, que estaba en la cola un poco más atrás, recriminaba por lo bajo la actitud de su marido. Se limitó a suspirar y a pedir lo primero que se le ocurrió. Recogió su menú y se sentó con los demás en la mesa dónde ellos ya habían cogido sitio, pues se habían hartado de esperarla.
Bromas, temas superficiales y la risa ruidosa de su marido, que ni se molestaba en tragar lo que comía antes de reír. Miró por la ventana, con las pupilas vacías de encanto y los párpados pesados de tedio existencial.
Los reyes de la noche se llamaban a sí mismos. Una placa, una porra y ya eran los mandamás de las calles.
-Voy al baño: tengo que cambiar el agua al canario.-dijo entre risas por un comentario que había dicho el agente Suárez.
Tras levantarse Mendoza, Dolores informó que ella también iba al baño. Mientras que Mendoza fue respondido con asentimiento, Dolores fue ignorada totalmente.
12:22 am
Una ambulancia y varios coches patrulla se aglutinaban a las puertas de la hamburguesería. Todo eran murmullos de expectación. Uno a uno, todos los clientes iban saliendo en compañía de diferentes trabajadores de las fuerzas del orden, en camino de un interrogatorio. Detuvieron a todos los clientes y personal que se encontraban en aquel momento en el local. Dolores podía hacer un plano mental de cada uno: sus vidas, sus gustos alimentarios, incluso sus pequeños gestos y manías personales: La obsesión por la limpieza del agente Roberto Villa, el toqueteo nervioso a la oreja izquierda que caracterizaba al agente Luis Campos...una sutil sátira que aumentaba en grado de manera proporcional al rango perteneciente. Esperó paciente su detención. Pero nunca se efectuó. Una parte de ella misma se lo esperaba, esa parte que predecía también las respuestas y acciones de su marido.
-¿Dolores? No vale la pena. No tiene materia gris ni fuerza suficiente para hacer frente al bueno de Fran.-informó uno de los agentes a otro. La mujer se había ganado una "reputación" en la comisaría, gracias a las habladurías de su cónyuge.
Dolores observó detenidamente el foco de atención global. Fran era trasladado a una camilla. Diagnóstico: Ocho puñaladas bien dadas. Estaba muerto y todos lo sabían, incluso los que ni siquiera se habían acercado a más de un metro. La cara de Dolores permaneció inmutable, demasiado impactada como para reaccionar. Su tez cetrina presentaba un aspecto más verdoso del habitual.
Apagaron las luces. Cerraron las puertas. La mujer se quedó en la puerta de entrada cuando todos se marcharon, como una estatua: mirada baja, labios sellados pero, eso sí, postura recta y firme. El jaleo fue cesando hasta que pudo escuchar a los grillos. Miró su reloj. La una menos diez de la madrugada. Solo algún transeúnte pasaba, posiblemente con intención de volver a su casa, nada mejor que hacer en un pueblo como aquel entre semana.
"¿Qué será ahora de mí, si ni siquiera tengo trabajo?" se preguntó para sus adentros. Sacudió la cabeza " Siempre podré cobrar la pensión de viudedad por la muerte de Fran". No obstante, le resultaba difícil aceptar más dinero de ese hombre, aún estando muerto. Observó su bolso y lo apretó con fuerza. Comenzó a caminar con prisas. Con un poco de suerte podría coger el autobús que salía dentro de diez minutos de la parada de la Plaza Central. Sabía que le esperaba una noche larga de transbordo de transportes públicos. Por la noche habían pocos y los existentes daban tal cantidad de rodeos que podría desesperar al más paciente. Pero era necesario. Recordaba un pequeño solar en el que jugaba cuando era niña. Le parecía el lugar indicado para enterrar el cuchillo con el que había dado fin a años de cadenas de discordia.
2:03 am
-¿Qué está ocurriendo aquí?
Fran permanecía en el suelo con un hematoma en la cabeza. ¡La pareja! La pareja que había hablado por lo bajo de la conducta de su marido ¿verdaderamente estaban criticando dicha conducta? Ahora ya no lo veía tan claro.
El chico sostenía un tubo de hierro y la chica un cuchillo, posiblemente por si la primera opción no salía como se esperaba. La novata pareja de delincuentes de poca monta ni se había acordado de cerrar la puerta del baño de caballeros . Robar a un policía sonaba tan excitante, tan arriesgado...que habían olvidado lo más obvio. ¿Cuál era el paso a seguir en estas circunstancias? ¿Matarla? ¿Darle un empujón y salir corriendo? Ella estaba tan cerca de la puerta, obstaculizándola...
-Quiero matarle. -a la chica- dame el cuchillo.
-No se lo des- le dijo en seguida el hombre.
Ella la miró a los ojos y sonrió. Hizo caso omiso a su novio. Se agachó y deslizó el cuchillo por el suelo hacia ella.
-¿Pero que coño haces?- el chaval estaba enfadadísimo pero procuraba no levantar la voz en ningún momento. Un sonido demasiado fuerte y la gente entraría sin pensarlo.
-Y ahora escuchad: marchaos y yo me encargo.- Sin esperar respuesta se acercó a su marido y sin mediar una palabra más clavó la primera puñalada. El joven se disponía a aprovechar la ocasión para golpear a la mujer, pero la chica lo paró con un gesto, susurrando.
-Huyamos.
Dolores no podía permitirse el lujo de clavar el cuchillo de golpe: podría salpicar de tal manera que su única ropa limpia se viera manchada. Aunque no sabía para qué tantas molestias. Si hurgaban su bolso verían la prueba del delito. No obstante siguió con su labor. Al principio, meter el cuchillo costaba un poco, pero luego se hundía con una profundidad pasmosa. Sus ganas de vomitar iban en aumento. Pero seguía en su labor. Tantas lágrimas reprimidas, tanto menosprecio, tanta falta de afecto...todo se consumía, como una vela.
Dolores se sobresaltó. Se encontraba en el autobús. Su respiración estaba acelerada. Miro por la ventana para que el mar de luces de farolas la tranquilizara. Vivir una vez esa escena fue mucho. Revivirla era demasiado. Aunque sabía que probablemente estaría reviviéndola mucho tiempo.
Nunca planeó matar a su marido. Pero una vez se le presentó la oportunidad...una bestia afloró en ella. Impasible. Calculadora. Mortal.
----------------
¿Qué versión os gusta más? :)
7 chispas coloridas:
Este relato se me ocurrió a raiz de una conversación un poco salida de tono de un matrimonio de unos 40 años que se sentaban cerca de mí, en una hamburguesería de mi barrio. Por supuesto, todo es inventado, ninguno de los personaujes está inspirado en alguno de la realidad.
Siempre me han gustado las historias de femmes fatales y asesinas pues no suelen ser típicas. Esta no es una excepción pero se me antoja previsible y un poco "rápida". Quizás el conjunto quedaría mejor deteniéndote mas en la psicología de la chica.
Espero leer mas cosas como esta ;)
Excelente opinión. Voy a intentar mejorala. ^^
He puesto una segunda versión. Creo que en esta (número 2) he logrado aclarar determinadas lagunas de la primera historia, que detecté. No obstante, ahora veo que la causa que insitó a la joven a cometer el crimen se ve un tanto diluida por los detalles. Yo es que soy así: nunca estoy conforme con lo que hago. :P
Me ha gustado tu historia, la version 2 está muy bien, pero como tú bien dices, hay cosas que no quedan claras, bueno más que claras, quedan como en el aire, pon más detalles :)
A mí me ha gustado mucho más la primera, tiene un ritmo mucho más ágil. Por supuesto que una vez que se conoce que Fran a muerto, sabemos quién lo ha matado; pero eso no quita interés a la historia para nada.
El añadido en el que Dolores rememora el asesinato en el baño me parece innecesario; hay una horquilla en la historia que comienza cuando Fran va al baño y termina con la última frase, sustentando la historia. La elipsis que hay después de ir ambos al baño hace que el relato gane mucho, y no tiene sentido explicar cómo lo hizo posteriormente. Pero si algo me parece completamente superfluo es la pareja de ladrones...
Creo que es mejor esa segunda opción mejorada, pero sin la tercera parte después de las 2:03 am.
PD. Vuelvo a hacerme asiduo de tu blog :P No sabía que escribieras tan bien, buen relato!
Gracias!
Al intentar dar numerosas explicaciones (como pudo la mujer enfrentarse a un hombre más fuerte, como no se manchó de sangre, etc) hizo que parte del enigmático suceso quedara demasiado desvelado. Digamos que la parte final (2:03 am) es un epílogo, destinado a aquellas personas que quieren saber que hay detrás del pañuelo. Pero lo podría considerar una parte opcional. No todos queremos saber cómo el mago hizo el truco. Quizás quise darle también una "sorpresa". Y la sorpresa es que la maquinación no fue tal: fue más bien una pulsión, un arrebato, un instinto de supervivencia ante una situación que se había descontrolado secretamente hace ya demasiado tiempo en su ser.
Publicar un comentario