La música fluía de manera armoniosa.
Era rítmica, tenía vida. Era alegría. Sonaban flautas con aire travieso a la izquierda, violines a la derecha marcaban el compás. Todo era
maravilloso. Las guitarras en el centro susurraban notas de promesas
de un mundo mejor. Y entonces sonó. El triángulo, en la zona más
profunda de la izquierda. Y la música cesó. Y los violines se
retiraron. Y las flautas retomaron su música. Esperando que la zona
de la derecha volviera a sonar cómo antes. Pero ya era imposible.
Ese triángulo nunca debió haber sonado.
Pero quizás no sea demasiado tarde....
Pero quizás no sea demasiado tarde....
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