Anoche estuve mirando la puerta del bar
continuamente. Esperando que alguien se manifestara. Las
posibilidades de que esto ocurriera eran prácticamente nulas, pero
no perdí la esperanza ni un segundo. No era una persona en
particular pero sabía que si esa presencia abría la puerta del bar,
me daría cuenta, lo detectaría al vuelo.
Eché de menos ese ser que podría haber hecho la noche perfecta. Esa persona conocida que sin embargo me cuesta ponerle un rostro definido. Aquella que todos sabemos quién es pero que nadie recuerda el nombre ni el color de su voz. La misma que hizo que cada ondulación de mi pelo se definiera para romper con la jaula de angulosas esquinas. Y entonces... al salir vi mi reflejo de refilón en un vaso. Y lo entendí todo, aliviada.
Eché de menos ese ser que podría haber hecho la noche perfecta. Esa persona conocida que sin embargo me cuesta ponerle un rostro definido. Aquella que todos sabemos quién es pero que nadie recuerda el nombre ni el color de su voz. La misma que hizo que cada ondulación de mi pelo se definiera para romper con la jaula de angulosas esquinas. Y entonces... al salir vi mi reflejo de refilón en un vaso. Y lo entendí todo, aliviada.
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