viernes, 31 de julio de 2009

"Si no fuera por mí..."


Los salvadores. Esas personas que creen que si no fuera por ellas, el mundo estaría acabado. Sus intenciones no son malas...pero resulta un tanto fastidioso, a la vez que estresante para ellos mismos.
El ejemplo más común son los padres. ¿No os ha pasado de que te encuentras con tu padre o madre controlando lo que haces, que practicamente parece que se est´n centrando más en la vida de otra persona que en la propia? Es lo más común del mundo. A veces extrapolan límites insospechados, como por ejemplo que se metan en tu vida amorosa (conozco un caso de una señora de 80 años que aún está pendiente de con quién sale y deja de salir su hijo de 50 y tantos). ¿Necesidad de sentirse útil? ¿De desconfianza? ¿De las dos cosas?
Esto ocurre también con las organizaciones en pro de alguna noble causa. A mi modo de ver, lo indicado es luchar todas las personas que estén a favor de ese motivo para que la causa se cumpla (siempre y cuando sea debido a que afecta a modo personal). Lo que me parece mal es que intentes convencer de manera casi insistente a otras personas a que hagan algo y que ese sea el objetivo en sí. La frase "si insisto mucho, acabaré convenciéndolos" me parece un tanto prepotente. Parece como si tú te sintieses más listo que el resto y pudieses arrojar luz a "esos pobres infelices". Cierto es que múltiples movimientos han hecho grandes cosas en el mundo "véase la lucha por el voto de la mujer". Pero ¿A qué fue debido? A que muchas mujeres se unieron por sus derechos ¿Tuvieron estas personas que estar repitiendo y repitiendo una y otra vez a quién tenían que apoyar? Llega un momento en el que los seres humanos tienen razocinio suficiente para tomar sus propias decisiones. Hay una diferencia entre informar y machacar.
Hay emisoras y organizaciones que llegan a decir: "si repetimos mucho la idea la gente acabará haciéndonos caso". Ahí esta claro que el emisor:
1.- Se cree que posee la verdad.
2.- Se cree más listo y con más poder que los demás (considera al resto como unos pobres borreguillos que van a lo que les dicen).
Sinceramente, yo prefiero menos personas en una organización que luche por un motivo, pero que sus convicciones sean fuertes y propias y un millón de personas que luchen por una causa que ni se la han planteado pero que la han oído mucho. Quién lucha por una razón por oídas, cambia por otra razón de oídas cuando esta es más repetida. Puede que no sea una idea muy interesada y práctica, sino más bien una idea con excedente código ético formalista y utópico. Teniendo en cuenta que nuestras primeras enseñanzas fueron debidas a la repetición en los primeros años de vida, resulta aparentemente contradictorio. Pero me gusta pensar que llega un momento en que conseguimos trascender más allá de lo que nos dicen que está bien o mal y llegar a sentir nuestro camino, arrojando luz a nuestras ideas; aunque tengamos una base de aprendizaje adaptativo, necesario para la comunicación y supervivencia. Qué pensamos lo que hacemos. O que al menos intentamos tomar partido en nuestras decisiones.