jueves, 17 de junio de 2010

Enid Blyton: vida privada y polémica.

Hace unos días, vi en un blog un cuento muy lindo. Trataba sobre un niño que era muy cruel y travieso con su familia, que se dedicaba también a matar hormigas por diversión. Pero, después de un sueño que tuvo, en el que era atrapado por los miembros de un hormiguero, aprendió a valorar más a su familia y a los seres vivos que le rodeaban. La verdad es que no conozco mucho a esta persona, pero he de decir que su imaginación es increible.

La forma en la que estaba escrito me recordó bastante a una autora de cuentos que leía en mi infancia. Se llamaba Enid Blyton. La temática de los cuentos eran aventuras y desventuras de niños, con diversas temáticas, mundos esponjosos, con meriendas bajo un árbol, moralejas y aventuras en la naturaleza. Sus cuentos fueron escritos sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Cosechó muchísimo éxito y la cantidad de libros escritos fue extraordinaria. Pero, buscando información al respecto, me topé con una realidad inesperada.

En realidad contamos con dos versiones: las versiones de sus dos hijas: Gillian y Imogen.

La versión de Gillian sobre su madre, es melosa y entrañable. Cuenta con orgullo lo trabajadora, dedicada e imaginativa que era Enid. De lo feliz que era con su máquina de escribir, dónde solo usaba los dedos índices, pero eso le bastaba para crear una cantidad de material inmenso. Asegura que por la noche, de vez en cuando contaba algunas de las historias a sus hijas. De que tenía un don para la empatía de los infantes.

La pequeña, sin embargo, hace hincapié en lo poco afectuosa que era como madre, dedicando más atención a sus fans que a sus propias hijas. Según nos cuenta Imogen, su madre celebraba reuniones de lectura en su casa para promocionar sus libros, invitando a niños a merendar y a jugar. Mientras tanto, sus hijas eran obligadas a estar en el piso de arriba, atendidas por la niñera, sin poder bajar. Imogen también recuerda que tenía que fingir estar jugand
o con su madre o riendo con ella para posar en las fotos y, una vez la sesión había finalizado, ella llamaba de manera severa a la niñera y se ausentaba eternamente otra vez, a su mundo de escritura constante. También comenta el continuo mal humor de su madre y los maltratos que esta ejercía (no especifica cuales).

Las dos hermanas tuvieron muchos choques (debido en parte a la opinión discrepante que tenían hacia su madre), lo que supuso que evitasen tener contacto mutuo.

Bien es cierto que, más allá de las versiones de las dos hijas, hay determinados datos que están demostrados por otras fuentes:

Muchos dicen que Enid Blyton jamás superó la marcha de su padre, cuando ella tenía 12 años, abandonando a la familia para no volver. Ella idealizó ese mundo de infancia dorada, que sería tema de sus libros posteriores. En numerosas conversaciones y entrevistas, hablaba de su padre como la persona más maravillosa que había conocido.

Se casó con un editor, con el que tuvo a las niñas y, posteriormente, se divorció de su marido (alcohólico y depresivo) y prohibió que este pudiera ver a sus hijas. La historia, de alguna manera, se repetía.

Ella, también cayó en la bebida, bien por malos hábitos o bien por una personalidad un tanto inestable.

Estuvo curioseando el terreno lésbico, manteniendo una relación estrecha con su niñera, dónde no se sabe a ciencia cierta hasta que punto llegaron, pues ya se sabe que, por aquellos entonces, a cualquier cosa lo llamaban “escándalo”.

Posteriormente se volvió a casar, esta vez con un cirujano, con el que tuvo una vida sexual bastante plena, con alguna que otra práctica inusual. Uno de los hechos más famosos es la de ver a
Enid Blyton jugando desnuda al tenis con su segundo marido.

Basado sobre todo en lo que cuenta Imogen sobre su madre (versión más morbosa que la de su hermana) han hecho una película, llamada Enid (2009), b
astante bien hecha y que recomiendo. Aunque advierto que está quizá demasiado centrada en los aspectos negativos de la autora, poniéndola como una pobre e inestable mujer que nunca creció, sumergida en los niños ajenos y en aparentar que todo iba bien, negando cualquier tragedia que existiera en su entorno, para no dañar su reputación y la propia concepción que tenía de su realidad.

En relación con los libros en sí de la autora, como dije anteriorm
ente, cosecharon muchas ventas, aunque también ha recibido algunas críticas:

Para empezar, algunos de los libros han sido tachados de racis
tas y machistas (muchos “malos” eran obreros de raza negra).

Otros consideraron que las obras de Enid eran carentes de valor literario, con personajes planos y estructura predecible. La BBC, corporación británica de radiotelevisión pública, rechazó durante 30 años emitir la obra de la autora, ya fuera a través de programas, entrevistas y similares. No obstante, a la autora lo que verdaderamente le importaba era la opinión de las personas menores de 12 años, por lo que eso no le afectaba, siempre y cuando no repercutiera en la opinión que los niños tuvieran de ella.

En mi opinión, lo importante no es como fuese una autora, sino la producción de su obra y los valores que trasmite. Los libros de Enid hicieron disfrutar a muchos niños de manera sana (aunque quizá con un dulzor a veces exagerado); y ese es el objetivo de los libros infantiles: el deleite, sin hacer daño. No estamos valorando la vida de la señora, sino su producto. Cierto es que, si la versión de Imogen es cierta, es muy triste una mujer que se esclaviza a la opinión pública viviendo una fantasía familiar. Pero, también es cierto, que cuando tenemos un libro de El Club de los Siete Secretos en nuestras manos, no tiene en la contraportada un mensaje que diga: “niños: maltratad a vuestros hijos. Total: lo importante es que en vuestra imaginación sigáis disfrutando de pastelitos de fresa recién sacados del horno, hechos por una abuelita de mejillas sonrosadas”.

martes, 8 de junio de 2010

Deseo

AVISO: Este relato contiene erotismo.
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-Penétrame. penétrame hasta el fondo, con toda tu furia.
-Esto no está bien, amor ¿Crees que deberíamos hacerlo?
-Ya calla. Te lo ruego. te necesito como una fuente necesita de un impulso para no ser un mero charco sin movimiento. ¿me quieres?
-Ya sabes que yo estoy a tus órdenes.
-No quiero que me digas eso, incauto. Quiero que tengas libre albedrío
-....
-te lo ruego
-Sabes que tienes el poder. Deséalo. Créalo. Constrúyelo.
-Allá voy.
Cleare cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir la luz resplandecía. Unos ojos verdes lo miraban con fascinación.
-¿Eres tú?
-Soy yo.
- Tal como lo necesito.
- Tal como lo necesito yo a ti.
-Dios mío, estoy tan ansiosa. Tengo tanta sed de ti.
-Dios, Cleare. te deseo con una lujuria que podría matar por conseguirla.
-Penétrame, amor mío. Hazme tuya.
Cleare sintió como la asilla del sujetador se deslizaba suavemente por su hombro. Respiró profundamente. Las ganas de hacer el amor, de fundirse con él, eran cada vez mayores. El hecho de que para poder llegar a su deseosa meta tuviese que ir desojándose como una margarita, hacía que su respiración y corazón se aceleran más. Por fin. Cuanto lo había deseado.
El botoncito del pantalón se abrió con un susurro. Los dedos de Cleare jugueteaban en él, de manera insinuante. Él la miraba con la mirada de una fiera salvaje a punto de devorar su manjar más preciado.
Los pantalones fueron bajándose, de manera lenta pero nunca pausada. El aire que entraba en su garganta era cada vez más fuerte. El vínculo completo estaba próximo. Dios mío ¡Qué alegría rebozaba en su interior!
Él la fue penetrando poco a poco, con la jugosidad y fuerza de la misma naturaleza. Ella levantó el cuello con una respiración larga. Su pelo suelto ocupaba toda la almohada. Se sentía llena de una manera indescriptible. Él estaba allí. Sus hermosos rizos se le antojaban juguetones, a punto de empezar la iniciación del gran rito.
Empezó a moverse, de manera acompasada. Era como un oleaje cada vez más intenso. Los senos de Cleare estaban cada vez más en punta. Agarró con fuerza la manta . ¿era posible tanto placer?
Empezó a gemir. Sentía una tensión en las sienes, un mareo. Empezó a gritar, con ansias de más. No contenía su voz, Estaba siendo liberada, como un pájaro después de meses de encarcelamiento. Miró a su hombre. Nunca había visto a un hombre gemir de esa manera. Normalmente los hombres intentan guardar la compostura. Pero, en este caso, la boca de él permanecía abierta, sus ojos se cerraban con fuerza. Estaba entrando en un éxtasis sobrehumano.
-Agárrame con fuerza. ¡Aprétame! ¡Quiero sentirte en toda su plenitud! -chillo Cleare.
Él aceleró el ritmo, agarró las nalgas de Cleare y las apretó firmemente.
-Dios mío, amor, eres mi salvadora. Eres mi musa. Dios mío, me voy...
-No, aguanta, déjame gozar de este paraíso.- Cleare le abrazó con fuerza mientras él jadeaba y sudaba.
-te deseo, te....
-No hables y siente- le interrumpió, gimiendo aún más fuerte.
¿Qué más daba el tiempo, el lugar, los problemas? Ahora todo era sentir. La pasión desbordante iba escalando y aumentando como un cohete que viaja a la luna, como un asteroide que viaja por la galaxia a gran velocidad. Que más daba....
La puerta sonó, de golpe. Todo el clímax, se evaporó de golpe, como un globo.
Era la compañera de piso de Cleare. Cleare miró indignada la puerta. Observó su mano derecha. En ella podía ver el vibrador que tanta ayuda le había proporcionado para mantener cerca, aunque fuera en su imaginación a su dulce amor, que estaba estudiando a miles de kilómetros de donde ella se encontraba.
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Nunca había escrito un relato erótico. Esto tampoco se puede considerar un relato propiamente dicho (aunque lo haya puesto en la categoría, dudo que haya hecho lo adecuado). Es una primera toma de contacto, un experimento. ^^U