jueves, 21 de octubre de 2010

"Innovación"


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sábado, 9 de octubre de 2010

Personalidad desadaptativa.

Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación que son relativamente fijos y socialmente desadaptados. Hoy he hecho un pequeño test para saber mis tendencias en trastornos de personalidad. Por supuesto son pequeñas directrices, nada demasiado concreto; sólo orientativo. Hice este test hace unos años, no por las vías expuestas aquí, sino por un trabajo de una asignatura (Psicología de la Personalidad), asignatura que me gustó bastante, aunque el profesorado que nos tocó ese año tuviese una organización global algo caótico.

Haciendo el test me salieron estos resultados.

Trastorno----- Grado

Paranoide -----BAJO

Esquizoide----- MODERADO

Esquizotipico----- BAJO

Histrionico----- BAJO

Antisocial -----BAJO

Narcisista -----MODERADO

Limite -----MODERADO

Obsesivo -----BAJO

Dependiente -----BAJO

Evitador -----ALTO
Test de transtorno de personalidad



A continuación paso a redactar en qué consiste cada trastorno, un poco por encima.

Trastorno de personalidad paranoide

Las personas con personalidad paranoide proyectan su propio conflicto y hostilidad hacia los otros. En general son frías y distantes. Encuentran intenciones hostiles y malévolas detrás de actos triviales, inocentes o incluso positivos y reaccionan con suspicacia a los cambios.

Frecuentemente, las suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (justificando asi sus sentimientos originales). Los que tienen trastorno de personalidad paranoide a menudo intentan acciones legales contra otros, sobre todo si se sienten indignados y con razón. No son capaces de ver su propio papel dentro del conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser eficientes y concienzudos. A veces las personas que ya se sienten marginadas a causa de un defecto o una minusvalía (como sordera) son más prospensos a desarrollar una personalidad paranoide.

Trastorno de personalidad esquizoide

Las personas con trastorno de personalidad esquizoide son introvertidas, ausentes y solitarias. Parecen frías y distantes. Con frecuencia están absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y temen la aproximación y la intimidad con otras personas. Sienten pocas reacciones emocionales, sintiendo indiferencia tanto a la crítica cómo a los halagos, a la vez que teniendo poco apetito sexual. Poco habladoras, sueñan despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.

Trastorno de personalidad esquizotípica

Las personas con una personalidad esquizotípica, igual que aquellas con trastorno de personalidad esquizoide, se encuentran emocional y socialmente aisladas. Tambien desarrollan pensamientos, percepciones y comunicaciones extrañas, a la vez que suelen vestirse de una manera nada peculiar. Aunque estas rarezas son parecidas a las de personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que la desarrollen, la mayor parte de los adultos con personalidad esquizotípica no desarrolla esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento mágico (la idea de que una acción particular puede controlar algo que no tiene ninguna relación con esto). En su lenguaje suelen divagar bastante, usando un pensamiento exageradamente elaborado, artificioso y algo estereotipado.

Trastorno de personalidad histriónica

Las personas con personalidad histriónica o histérica buscan llamar la atención y se comportan de modo teatral. Su modo de ser tiene como resultado el establecer relaciones personales con facilidad pero de modo superficial. Las emociones a menudo son exageradas, infantiles e ideadas para provocar simpatía o atención de los otros. Las personas con personalidad histriónica son proclives a los comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones que no son sexuales. Pueden no querer realmente una relación sexual; más bien, sus comportamientos seductores frecuentemente encubren un deseo de dependencia y protección. Algunas personas de personalidad histriónica también son hipocondríacas y exageran sus problemas físicos para llamar la atencion.

Trastorno de personalidad narcisista

Las personas de personalidad narcisista tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propia importancia. La persona con este tipo de trastorno de personalidad puede ser exageradamente sensible a los fracasos, a la derrota o a la crítica y, cuando se la enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí mismos, se ponen fácilmente rabiosos o deprimidos. Como creen que son superiores a los demás, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin demora y por eso explotan a otros, cuyas necesidades son consideradas menos importantes. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les encuentran arrogantes o mezquinos.

Trastorno de personalidad antisocial

Las personas con personalidad antisocial, la mayor parte de las cuales son hombres, muestran insensibilidad por los derechos y sentimientos ajenos. Explotan a otros para obtener beneficios.

Característicamente, tales personas expresan sus conflictos de un modo impulsivo e irresponsable. Toleran mal la frustración y, a veces, son hostiles o violentos. A pesar de los problemas o el daño que causen a otros por su comportamiento antisocial, no sienten remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente su comportamiento o culpan a otros. Sus relaciones están llenas de deshonestidad y de engaño. La frustración o el castigo raramente modifican su conducta. Las personas con personalidad antisocial tienen tendencia al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en el trabajo y a trasladarse de un sitio para otro. Con frecuencia tienen una historia familiar de comportamiento antisocial o abuso. Tienen una esperanza de vida inferior a la media, pero entre los supervivientes, esta situación tiende a disminuir o a estabilizarse con la edad.

Trastorno de personalidad límite

Las personas con una personalidad límite, mayormente mujeres, son inestables en la percepción de su propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus relaciones personales (a menudo tormentosas e intensas).La personalidad límite se hace evidente al principio de la edad adulta pero disminuye con la edad.

Estas personas han sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la niñez. Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de cuidados.Cuando las personas con una trastorno de personalidad límite se sienten cuidadas, se muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la persona que las cuida, su humor cambia de modo radical. Con frecuencia muestran una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en su visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco, del amor al odio o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten abandonadas y solas pueden llegar a preguntarse si realmente existen (esto es, no se sienten reales). Pueden devenir desesperadamente impulsivas, implicándose en una promiscuidad o en un abuso de sustancias tóxicas. A veces pierden de tal modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves de pensamiento psicótico, paranoia y alucinaciones.

Estas personas son vistas a menudo por los médicos de atención primaria; tienden a visitar con frecuencia al médico por crisis repetidas o quejas difusas pero no cumplen con las recomendaciones del tratamiento. Este trastorno es también el más frecuentemente tratado por los psiquiatras, porque las personas que lo presentan buscan incesantemente a alguien.

Trastorno de personalidad evitadora

La gente con una personalidad evitadora es muy sensible al rechazo y teme comenzar relaciones o alguna cosa nueva por la posibilidad de rechazo o de decepción. Estas personas tienen un fuerte deseo de recibir afecto y de ser aceptadas. Sufren mucho por su aislamiento y su falta de habilidad para relacionarse cómodamente con los demas. Al contrario de aquellas con una personalidad límite, las personas con un trastorno de personalidad evitadora no responden con cólera al rechazo; en lugar de eso, se presentan tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad evitadora se parece mucho a la fobia social.

Trastorno de personalidad dependiente

Las personas con una personalidaddependiente transfieren las decisiones importantes y las responsabilidades a los demas y permiten que las necesidades de aquellos de quienes dependen se antepongan a sus necesidades propias. No tienen confianza en sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. no les gusta expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno de personalidad. Algunos adultos con enfermedades cronicas desarrollan personalidades dependientes.

Trastorno de personalidad obsesivo compulsiva

Las personas de personalidad obsesivo compulsiva son formales, confiables, ordenadas y metódicas pero a menudo no se adaptan a los cambios. Son cautos y analizan todos los aspectos de un problema, lo que dificulta tomar decisiones. Aunque estos signos están de acuerdo con los estándares culturales de occidente, los individuos con un trastorno de personalidad obsesivo compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no soportan los errores y prestan tanta atención a los detalles que no completan sus tareas. En consecuencia, estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente encuentran satisfacción en sus logros.

Estas personas son frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles es fundamental. Sin embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e incómodas con sus relaciones u otras situaciones que no controlan, con lo impredecible o cuando deben confiar en otros.

Para tener una respuesta más fiable, debería hacer un test sobre un trastorno de personalidad específico, teniendo en cuenta muchos aspectos determinados. A su vez, el DSM IV propone una serie de características a tener en cuenta para diagnosticar de manera eficaz un trastorno de personalidad (usando un sistema categorial, lo que tiene sus contras, pero eso ya es otra historia, que hablaré en otro momento). Pulsa aquí para tener un poco más de información.

No obstante, autoanalizar un trastorno de personalidad no resulta fácil, por no decir que los resultados son sesgados: una persona externa puede dar una información más fiable, siempre y cuando cuente con el material y la experiencia para ello. Cuando hablamos de personalidad desadaptativa, tenemos en cuenta una media de la población determinada, así cómo las consecuencias inevitables de que unos determinados atributos de la persona interactúen con esa media. Por lo tanto, partir de la normativa cultural de un sitio se hace impresindible a la hora de tomar un veredicto. Quién sabe, puede que lo que consideramos persona "sana" en términos de personalidad en el momento presente, se convierta en persona insana en el futuro.

martes, 5 de octubre de 2010

Efervescencia


No es muy común que la gente me vea echando humo por las orejas. Y digo esto porque, salvo excepciones, suelo tener bastante templanza. Pero, cómo a todo el mundo hay cosas que me sacan verdaderamente de quicio. Y hace poco pude presenciar una de esas.
El sábado pasado fui con mi novio a ver dos actos: el primero fue un concierto en el Tanque de Santa Cruz de música electro-mística (género que he bautizado por mi cuenta y riesgo), siendo una experiencia estupenda, pues por un momento entré en un trance jamás experimentado. El segundo acto fue un monólogo de humor en un pub bastante pijo. Aquí vino mi indignación.
La decoración del local era impecable: mezcla de aspectos clásicos setenteros, cómo la típica bola de discoteca; unido a aspectos retro y bohemios, cómo sillones rimbombantes, geniales para una película sobre la nobleza del siglo XIX.
El promedio de los usuarios eran de una edad comprendida entre los 30 y 50, vistiendo muy elegantemente, con una copa en mano de gran glamour (eso de pedirse una Heineken, impensable), riendo de forma ruidosa y pomposa.
Cuando empezó el monólogo (un cómico del Club de la Comedia), una parte considerable del público siguió a lo suyo, hablando y riendo de sus cosas (no de lo que decía éste) con gran estruendosidad. El monologuista en cuestión, un poco cortado por la situación, pidió un poco de silencio pues, a pesar de tener un micro, el ruido era tal que ni se podía oír a sí mismo. El público de las primeras filas callaron y escucharon con atención, pero los que estaban más atrás, pasaron de todo, hablando incluso más alto, cómo un acto de rebeldía. Algunas mujeres miraban con desdén; cómo diciendo "Yo aquí mando, hago lo que quiero y los demás deben servirme ¡Faltaría más!"
Yo, mientras tanto, tenía unas ganas tremendas de meterme debajo de la mesa, de la vergüenza ajena que estaba pasando. Me da mucha impotencia la situación.
El monólogo (que estaba genial, por cierto, no veas cómo me reí después de que se me pasara un poco el cabreo) era gratis, cosa que, para ser sincera, en Tenerife no abunda demasiado. Y además, hay que ser conscientes de que vivimos en una islita con unos recursos culturales muy limitados (por mucho que digan los nacionalistas canarios que aquí hay mucha cultura y bla, bla, bla). Si cada vez que nos proporcionan un acto, hay más de uno que se cree que es cómo Moisés, que son tan importantes que las aguas se tienen que dividir cuando ellos pasan por el mar; lo único que estamos haciendo es espantar aún más a las personas que se toman la molestia de viajar hasta aquí. Bien es cierto que el acto estaba pagado por el pub. Pero haber: la moraleja que están proporcionando estos individuos es que, para nada se gastan el dinero en un acto si los usuarios pasan de él cómo de la mierda. Por suerte sólo eran una cuarta parte. Pero no obstante, se hacían notar.
Aunque no lo parezca, en Tenerife hay personas que quieren disfrutar de otras cosas, aparte de mirarse el ombligo. Bastante mosqueo tengo estando encerrada en una isla en la que se me limitan un montón de fuentes (la cantidad de conciertos, artículos y obras teatrales que nunca llegan a las islas son una barbaridad) para que encima lo fastidien un par de snob con demasiado dinero en la cartera pero muy poco sentido de la empatía y la consideración.
Quizá esté llevando esto demasiado al extremo. Quizá he depositado mi frustración en estas personas porque me da coraje dos cosas: la falta de respeto y las limitaciones.