sábado, 29 de mayo de 2010

Esos exámenes....

¡Hola, muy buenas!
Sólo deciros que durante una semanilla más voy a estar un poco ausente. Es debido a que estoy en exámenes. Pero dentro de poco retomaré el blog, visitaré los vuestros y seguiré con más energía que una tormenta eléctrica. Un abrazo!
Ya sólo faltan unos días para mi libertad condicional de neuronas. :)

lunes, 3 de mayo de 2010

Focos


NOTA: Puede que me arrepienta de lo que acabo de decir en estas palabras. Ni me he dignado a releerlo siquiera, lo he escrito tal cual lo sentí en un momento determinado. Probablemente dentro de unas horas lo veré todo de otra manera. Es un escrito impulsivo. XD
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En la televisión todo está lleno de protagonistas. Personas que ante una cámara, aparecen más que nadie, que la vida gira entorno a ellos. A veces, dicha vida va acompañada de su propia voz en off, que hace que incluso el espectador pueda meterse en sus pensamientos, no solo tener conciencia de su conducta, sino también de su forma de ver el mundo. Es cuando, casi sin darte cuenta, trasciendes a esa persona, se podría decir que , por unos momentos, te conviertes en ella.
La vida de un protagonista nunca está exenta de problemas. Y eso nos gusta. Si tuviera una vida plena y sin sobresaltos, nos aburriría o, incluso, la odiaríamos.
Lo malo es cuando de repente caemos en la cuenta de nuestra existencia y aplicamos la misma configuración. Es cuando nos preguntamos ¿somos protagonistas de esta película?
Basándonos en el juicio racional, la respuesta sensata y sacada de un libro de autoayuda cualquiera nos diría “cada uno es protagonista de su propia vida”. Ya. Y un carajo.
Y es que, aunque en cierto sentido es cierto, a veces vemos a algunas personas que despiertan aura de protagonistas, que no de ególatras. Estos dos conceptos tienden a mezclarse mucho: protagonista y ególatra. Un protagonista no necesariamente está pensando siempre en los bueno que es. Ni siquiera tiene que estar en un escenario. Puede estar caminando por la calle y su respiración, sus movimientos, su forma de mirar...es un protagonista de película.
Muchos protagonistas de series de televisión no son protagonistas de vida. Veo en una serie a un chico resuelto y atractivo, con peinado sencillo y carisma, música girando en torno a sus reacciones, voz en off característica (cómo no), flash backs basados en sus recuerdos propios. Y luego lo veo por la calle: de caminares rápidos, con unas gafas de sol, intentando pasar desapercibido, con rostro pálido y estropeado, lleno de manchas en la cara y unas pequeñas arrugas que reflejan cansancio y principio de alguna enfermedad debido a defensas bajas. Aunque también podría ser un protagonista. No necesariamente los protagonistas tienen que estar saludables, ser amables y dar una impresión buena. Creo que no me estoy explicando bien.
Ya no estamos hablando de físico. Es como un aura. El aura del elegido. Una persona que es capaz de trascender físico, mente y emociones para proporcionar una presencia que es capaz de dejar sin sentido a cualquiera, permaneciendo en la memoria para siempre. Es como si cuando apareciera, una banda sonora le acompañara. Si esta persona tuviera un ángel de la guarda, sería un gran caballo blanco, de fuerza increíble, con la crin plateada y las pezuñas fuertes y ágiles. Un protagonista de la vida.
Entonces es cuando me pregunto ¿Cuantos protagonistas conozco? Respuesta: bastantes. ¿Seré yo una de esas personas elegidas? ¿Qué necesito para serlo?
Mi vida, últimamente está sujeta a una serie de monotonías que hacen que ayer sea igual que antes de ayer y antes de ayer exactamente igual a hace un mes. Alguien que me ve a menudo me pregunta qué me cuento, y no sé responderle de una manera adecuada. Quizás me concentro en contarle algunos proyectos que tengo pendientes, algunas cosas que he empezado. Sólo quizás.
Me gusta sentir que soy emprendedora. Pero la pregunta es ¿Lo hago porque me gusta o lo hago para decirme a mí misma que soy un elemento esencial?
Según me han contado recientemente, en la escuela de arte hay una obsesión desmesurada por ser protagonista de la vida. Tal es su intencionalidad, que ponen la zancadilla a los demás, no ayudan en obras de arte de otros...la selva pura y dura de la supervivencia. Yo sería incapaz. Pero la cosa es ¿Sería incapaz porque un protagonista de vida (uno que hace papel de bueno) sería incapaz? Cuando intento hacer el bien ¿Lo hago con visión de verme a mí misma como bondadosa y así estar más cerca de ser una de esas elegidas de vida? ¿Qué me otorga eso? ¿Puedo escapar de esta situación mental?
Muchas religiones parten de eso. Ser lo mejor posible. Y no siempre con el objetivo de “ir al cielo”. También para ganarte la atención de alguien: el creador.
No basta que los demás depositen tu atención en ti. La vida debe prestarte atención, los espíritus, el todo. Da miedo cuestionarse estas cosas. Aunque más miedo me da levantarme un día y sentir que he desaparecido. O peor aún: que soy la antagonista principal de la vida. Al menos el desaparecer guarda algo de paz, ya que la nada es algo. Pero ser el antagonista....
No obstante, las etiquetas las depositamos los seres humanos. No existen fuera de nosotros. Pero, como un principio de la física cuántica ha dicho en su momento: nosotros creamos lo que existe. Así pues, posiblemente,aunque nosotros creemos el antagonista, no deja de ser una creación que acaba por poseer una entidad, como una radio, un teléfono o...o la televisión.