jueves, 24 de marzo de 2011

Simetría

Dicen que la simetría es el objetivo de algunos seres humanos. Al igual que ver el lado finito del Universo. Y gracias a Dios que sólo son algunos seres humanos.
Cuando vayáis a esa calle que sube, en el momento en el que el Sol se haya dormido. Cuando vayáis a ese local que se mantiene iluminado mientras otros desvanecen sus signos de vida. Allí...encontrareis una vez por semana a una persona incapaz de reírse de sus propios defectos. Una persona que intenta ser el ideal de pureza, cuando esta simplemente es un cascarón. Que ni siquiera sabe lo que es, porque se ha aferrado a un perfil de sí misma ya obsoleto, o quizás, siempre inexistente.
Una persona que aparenta todo calma y despreocupación pero que, verdaderamente, cada uno de sus movimientos está cuidadosamente controlado. Una persona que da consejos, pero que no debería.
Cuando la persona siente que ha sido descubierta, entra en cólera, provocando una reacción impropia de ella. En seguida se da cuenta e intenta cambiar la situación, volviendo a la artificial sonrisa de mazapán. Ya es tarde. Ella lo sabe.
Pero lo que esta persona tarda en darse cuenta es que, sus apreciados compañeros de viaje, aquellos que la acompañan en este ritual aparentemente intempestivo pero configurado verdaderamente con una intencionalidad cuidadosamente planeada; lo saben. Y la quieren. Con sus defectos. Con sus despistes. Con sangre humana corriendo por sus venas.
Cuando ese ser humano entra en lucidez, dándose cuenta...sus piernas flojean y su rostro abatido clava el suelo. ¿Por qué? No soy digna, no soy digna, no.... Gracias. Gracias. Gracias...
Dicen que la simetría es el objetivo de algunos seres humanos. Al igual que el lado finito del Universo. Y gracias a Dios que todo apunta que el Universo no es finito.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Procedencia de las imágenes.

.Me he dado cuenta de un gran error que he cometido. A lo largo de mi estancia en este blog he puesto innumerables imágenes acompañando mis textos. Algunas de esas imágenes son mías. Pero no todas. Hay muchas que las saqué del banco de imágenes más variado que conozco: Internet. Y, muchas veces, olvidé citar mis fuentes. Puede que muchos blogs hagan lo mismo, pero no está bien. Lo considero un descuido grave por mi parte. Sin embargo, lo voy a enmendar. ¿Cómo? Pues a partir de ahora, cada vez que saque una imagen de alguna parte, enlazaré dicha imagen con su procedencia. Sólo teneis que hacer clic en la imagen y os redireccionará a su origen. De esta manera no crearé la falsa ilusión de creadora de esas imágenes (que no era mi intención, todo sea dicho) y daré un poco de protagonismo a la persona que pudo inspirarme con su pequeña perspectiva visual del mundo.

Ruego que si en alguna publicación antigua (anterior al post presente) veis alguna imagen que consideráis vuestra y me decís la página procedente cómo prueba ( no vale decir “esa foto es mía” y quedarse tan fresco) la enlazaré con mucho gusto. De la misma forma, si es posible, cada vez que ponga una imagen, hablaré con el autor informando sobre el uso de la misma y si está disconforme, la eliminaré, sustituyéndola por otra imagen.
Sé que este blog se hace sin ánimo de lucro (es sólo un pequeño rincón dónde me desahogo y escribo pequeños entresijos de mi persona y mis vivencias), pero considero adecuado que, aún así, se reconozca el trabajo de muchas personas por hacer fotografías o dibujos. Detrás de cada imagen, hay un trabajo. Detrás de cada trabajo, el surgimiento de una nueva impresión.

martes, 15 de marzo de 2011

La brillantez de lo fortuito

Hoy pasó algo peculiar.
Estaba de vuelta de la facultad, caminando por la Calle Castillo de camino a mi casa. Para los que no lo sepan, hace poco han habido fuertes lluvias, granizo en la ciudad vecina y, un poco más allá, nieve. Llevamos ya un par de días con una ola de frío y lluvias constantes, cosa que no es habitual en la capital, Así pues, la gente está en una predisposición diferente a lo habitual.
Caminando por la calle, a la 1 de la tarde, un montón de cabezas miraban hacia el frente, ensimismados en unos pensamientos que agarraban a puño cerrado; impidiendo que cualquier otro individuo se entrometiera, ni siquiera aquel que estaba a apenas medio metro de distancia.
Fue entonces cuando el cielo, director de orquesta de lo a continuación acontecido, obró: cayeron unas gotas. Unas tímidas cabezas de alfiler líquido.
Lo que yo vi fue hermoso: El montón de cabezas, que parecían no tener nada que ver entre ellas, desplegaron un mar de paraguas. Era cómo si se tratara de una conciencia colectiva, la viva imagen del movimiento sincronizado de las hojas cuando el viento mueve una rama. De repente, todas aquellas personas que se resguardaban de lo ajeno con recelo, sin haberse dado cuenta, cooperaban en un hermoso acto. La calle se teñía de imnumerables cúpulas de colores y motivos decorativos, muchas de ellas girando sobre sí mismas, jugueteando en las manos de su poseedor. No pude evitar esbozar una sonrisa y, cooperando con esta exquisita conexión, desplegué mi paraguas azul cielo.

sábado, 5 de marzo de 2011

Mujer de Hojalata

Ahora que empiezo a sentir
que estoy algo viva en mi interior.
Que no soy sólo una rama hecha de latón.
Ahora puedo decir que al menos Soy.

Puede que a veces quiera llorar.
Ya no hay una sonrisa
de vacío bienestar.
Lo que aquí radica es lo inicial:
puedo usar ahora la palabra “estar”.

Quizás me arrepienta.
Pero cuan importante ha sido sentir sorpresa.
No por el motivo,no por la causa,
sino por las olas que rompen la balsa.

Tantos años sintiendo cartón
en el hueco vacío de mi corazón.
Ríos de sangre recorren ahora
las vías de la próxima estación.

Sentimientos impuros jamás deseados,
llenos de instinto, de puro calor.
Mezcla de culpa y fascinación.
No voy a soltar mi agridulce sabor.

El lunes tocó romper un jarrón.
Invisible a ojos, no a motivación.
El martes era el turno de un apretón
a la espalda de aquel que tanto me ayudó.

Rompí el cristal,
Rompí el cajón de seguridad.
La felicidad,
un plato sucio que hay que limpiar.
El mundo sucumbió:
¿Aquel trompo olvidó su función?

Y en el ajedrez
es inexpresable lo de aquel caballo,
que jamás voló
y ahora brilla a trote, alfiles asustados.

Inmóvil, obediente figura perla.
Pero no nací para obrar a ciegas.
Aunque puedas verme aún quieta
Ahora veo las sombras de la caverna. 
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Métrica: mediocre. Sinceridad: elevada.