sábado, 9 de enero de 2010

Baile colectivo

Hoy he podido ver una selección de publicidad diseñada por Patrick Collister que, como todos los años, crea un ranking, el Won Report, sobre el mundo publicitario; en el que recoge las mejores campañas y agencias del año, así como los países más premiados, las redes publicitarias…
Entre otros anuncios, me he topado con uno que me ha llamado especialmente la atención:



Eso me ha hecho volver a abrir un tema que siempre ha acudido a mi mente desde que tengo la más mínima oportunidad: El poder de las masas en la gente, ya sea de manera positiva o negativa.
Hace tiempo, una amiga mía me dijo:
-Cuando me enteré de aquella noticia, me puse rebosante de contenta de camino a casa. Bueno...quiero decir que me sentía contenta, no que fuera toda feliz dandon brinquitos por la calle, como una loca.
-¿Por qué como una loca?
-Bueno, Raquel... ¿Tú acaso ves a la gente caminando por ahí con una cara de felicidad? ¿Qué es lo que piensas cuando las ves? Que se han tomado algo y que están en otro mundo ¿Qué otra cosa si no?
-...
Así pues,mi sueño sería bailar en la calle. Poner música en mitad de la calle y bailar, disfrutando de cada minuto de mi existencia. Y compartir ese sentimiento con alguien. Desde que tengo la más mínima oportunidad lo hago.
Cuando voy a un bar, un pub o lo que sea, no me importa en absoluto ser la primera en empezar a bailar. Me encanta sentir el ritmo en mi cuerpo. Si me quedara sentada todo el rato meneando la cabeza al ritmo de la música acabaría con las cervicales hechas un asco, no tanto por mover el cuello sin parar (que también) sino por la represión emocional que supone el no poder expresarme de alguna forma.
Un mundo de reglas donde la compostura, la seriedad y lo sobrio muchas veces imperan. O eso, o el escándalo, la violación a la autoridad y los gritos desmesurados y con intención de llamar la atención: Tanto en un sentido como en otro, lo que buscan es encajar en el grupo, ser miembros de él. Pues, no es original lo que hacen: son las reglas que imperan en el grupo en el que están y, dentro de su grupo es aceptable. Es más: dentro de su grupo es una obligación.
Ayer empecé a ver una película (que tengo pendiente por terminar) en el que uno de los temas me llamó la atención: cuando alguien necesita algo, probablemente otra persona, en alguna parte del mundo necesita lo mismo, pues los seres humanos vivimos en una red de interconexión que va más allá de la masa puramente solida. ¿Cuantas personas tienen la necesidad de cortar con los estereotipos de compostura máxima, dónde caminar no es meramente ir a algún lugar sino disfrutar de las calles; donde puedas manifestar alegremente tus emociones, sean positivas o negativas; donde puedas experimentar una aventura en aquella calle donde muchas personas las recordaran simplemente como un lugar de asfalto lleno de anuncios de rebajas?