domingo, 29 de noviembre de 2009

Lágrimas de rabia.

No he conseguido un objetivo pequeño y he llorado por ello. Solo tenía que presentarme a un examen más y he fracasado donde muchos otros lo han conseguido. ¿Y todo por qué? Por mi estupidez y falta de constancia? Estoy harta llevo ya un tiempo así y hace que todo esto me desespere profundamente. no lo puedo tolerar más. Parecerá para muchos una banalidad digna de ponerlo en un post it en la nevera como un simple recordatorio, pero es que mis fuerzas están marchitas temporalmente. Solo tenía que presentarme a dos exámenes ¡solo dos! Y voy y solo soy capaz de presentarme a uno, por gilipollas. Porque lo mío no tiene otro nombre.

Desesperada por pensar ¿hasta donde podré llegar? Ante la pregunta “¿estás bien?” yo he dado simples signos afirmativos, con una cara dudosa, esperando que alguien leyera mi mente. Para casi toda la humanidad he tachado mi actitud de ociosa, de irresponsable, siempre con una risa cortante y falsa que hasta a mí me daban escalofríos. No es fácil estar tirada en esta habitación después de haber soñado que podía llegar a pisar las nubes de la buenaventura y toparme con que no sirvo ni para afilar un poco de cordura productiva aplicada.

Humillada como persona, demacrada como individuo, me sumerjo en una ola de depresión que muchos tacharían como victimismo absurdo. Me importa un puñetero comino ¿es que no tengo derecho a quejarme? ¿No tengo derecho a sentirme mal de vez en cuando? Estoy en mi pleno derecho, joder, maldita sea. No sirvo para nada productivo. No sirvo para poder ser una persona que pueda salir adelante. Echo la culpa de mi improductividad a una medicación insulsa que me tiene atontada. Pero una parte de mí se pregunta si no es nada más que una excusa para tapar mi verdadera inutilidad viceral. Estoy ahora mismo en un torbellino de angustia.

No quiero que nadie me consuele. No busco atención. Solo quiero que vengan a buscarme. Que la causa de mi existencia venga ahora mismo y me diga cual es mi camino. Porque estoy harta de empapar mis sesos en palabrerías hipotéticas que carecen de razón significativa. ¡Quiero llorar! ¡Quiero llorar! ¡Quiero llorar hasta inundar todos los problemas ¿será posible?

No quiero estética en este texto. Solo quiero sinceridad. Y estoy sacando a relucir una parte muy oscura. Una parte en la cual yo soñaba ser alguien diferente: alguien que hiciera que sus sueños se realizaran. ¡Pero es tan difícil! Estoy atormentada por esta angustia y reconozco que aunque una parte de mí se regodea con la triste canción del violín de la agonía, otra gran parte de mí quiere salir a toda costa a tomar una bocanada de aire fresco. Me da igual todo.

La niña alegre también llora. La chica fuerte también se derrumba. La mujer responsable afronta irresponsabilidades propias. Y quejense de mi actitud si os da la gana. Yo ya estoy harta.

Mañana será un día más soleado. Pero hoy lloraré.

Mierda, últimamente lloro demasiado. no quiero parecer una emo ni que sea un estado normal. Pero hace poco le dije a un colega que no es cuestión de rechazar un sentimiento, sino de escucharlo y de caminar hacia la luz de la claridad conclusiva. Oídos propios a palabras propias, pues.