lunes, 28 de septiembre de 2009

Tanto ego da jaqueca


¿Cuántas horas al día pensamos en nosotros mismos? He estado buscando con la esperanza de encontrar alguna investigación que arroje un poco de luz a este interrogante. No he tenido suerte. De todas formas, puede que exista algún estudio; también es verdad que las revistas psicológicas son muy herméticas y no facilitan su divulgación demasiado por internet.

Lo que si se sabe es que, pensar mucho en uno mismo es sinónimo de egocéntrico, lo que convierte a la persona en un ser desagradable e infantil, poco empático. Después, y ese es el remate, están las personas egocéntricas y con muchas ganas de llamar la atención. Estudiando en segundo de psicología, dimos algunos trastornos de personalidad y aquella persona con intento desmesurable de llamar la atención es catalogado como persona histriónica: Una persona teatral, que busca alguna manera de que se fijen en ella. Para ser más exactos, las características de una persona histriónica consisten en:

-Quieren ser el centro de atención.

-Tienen un comportamiento sexual, seductor, provocador.

-Su comprensión emocional es superficial y rápidamente cambiante.

-Su aspecto físico busca llamar la atención, aunque cuando muchas personas lo miran no se siente bien.

-La forma de hablar es subjetiva, sin matices.

-Autodramatización, teatralidad, exagerada expresión emocional.

-Son sugestionables.

-Consideran sus relaciones más íntimas de lo que realmente son.

-Suelen tener estallidos de ira y descontrol.

Suena una persona horrible. Me escandaliza la posibilidad de que pueda ser esa persona insensible y desconsiderada. Pero también resulta una falta increible de respeto juzgarlas y criticarlas de esta manera solo por no ser personas sacrificables, modestas, humildes, comprensibles y todo eso típico de las heroínas de las novelas rosas. Son personas con sus problemas, sus virtudes y sus puntos de vista, y deben ser respetadas, como todo el mundo.

Bueno, tengo la seguridad de que sé ponerme en el lugar de los demás y dejar de vez en cuando dejar de pensar en mí. Y ni se me pasaría por la mente ponerme en situación sexualmente provocativa, como si fuera una conejita en celo. No obstante, reconozco tener algunos de esos rasgos.

Quizás tenga complejo de volverse invisible de un momento a otro, y hacen cualquier cosa por que esa transparencia física no se haga patente.

Me doy cuenta que tengo una imperiosa necesidad de llamar la atención. No intentado hacer cualquier cosa, claro está. Busco el cariño imperioso de la gente y algo lo posible para que:

1.- Me presten atención.

2.-Esa atención esté ligada al cariño.

Pero esto no es nada nuevo. Me repito demasiado ¿no creéis? Bueno, supongo que el hecho de repetirme demasiado en algunos temas forma parte de mi personalidad y eso, como todo lo demás, es relevante para este blog, que es un pedacito del espejo de mi interior.

Yo creo que todos buscamos algo de atención. Muchas personas buscan pareja para encontrar un poco de atención. La verdad es que no lo considero correcto para nada: las personas que se cierran a su pareja para obtener la atención que necesitan se conviertan en unas personas posesivas y desconsideradas. La pareja debe ser una persona que haga posible un enriquecimiento mutuo, un cariño enorme. Alguien con quien no tengas que desmostrar ni demostrarte nada porque forma parte tanto de ti, que lo suyo es tuyo y lo tuyo es suyo. Y, por supuesto, respeto por el espacio individual de cada uno. Y, por supuesto, no tengo estallidos de ira y descontrol. Con lo controladora que soy con mis propias emociones y mis actos, si hay algo que me enfurece externamente, ya buscaré la manera de echarme la culpa a mí misma y tragármelo. XD

Una persona que insiste en obtener un poco de atención al día para ella de manera exclusiva ¿no está siendo desconsiderada ella también? Incluso cuando estás escuchando los problemas de los demás, a veces lo haces y piensas "escuchando a esta persona, de alguna manera estoy demostrándole lo mucho que la aprecio" Esto implica que, de manera indirecta, estoy intentando llamar la atención, dejando a esa persona que sea protagonista de su propia historia personal narrada.

¿Por qué me pasa eso? A veces, cuando estoy hablando (y no me trabo con los nervios, como suele pasar a menudo y me olvido por un momento de mis estúpidos complejos) me siento tan bien pensando de, al menos por un minuto de la vida de otra persona yo soy el centro de su vida. Solo un minuto. Con un minuto me vasta. Pero no debería perseguir eso. Debería conformarme con los minutos para mí. ¿Oh no? ¿O simplemente dejame llevar por el principio budista de no pensar en nada y simplemente ser? Me encantaría poder solo concentrarme en el presente, no desear nada, ni esperar nada. Sentir.

No obstante, soy una persona muy contradictoria: cuando me alavan de manera directa, me siento abrumada e incómoda porque, a pesar de intentar que me presten atención, una parte de mí desea que no pongan expectativas en una persona que puede defraudarles en el futuro. No me aclaro ni a la de tres ¿eh?