jueves, 21 de mayo de 2009

mareando la perdiz no conseguirás ir al grano (a menos que vomite)


No sé verdaderamente como van a terminar estas frases. En principio tenía pensado escribir sobre un caso clínico que me llamó la atención en su momento, un caso en el que la autoconciencia de una persona pasaba a un segundo plano, para dejar paso a un repertorio conductual instintivo básico. Dicho proceso sería olvidado meses después, obteniendo en la memoria activa un vacío temporal desde el momento antes y después de la conducta primitiva. Pero, debido a que todavía no poseo determinadas teorías explicativas del fenómeno, debería centrarme en otros aspectos que ahora mismo me causan una mayor relevancia a mi psique.

No soy una intelectual. Eso ya lo sabía desde hace bastante tiempo. En mis luchas por intentar ser algo que no soy, desistí, volviéndome inmediatamente un poco más inepta a ojos externos, pero una ineptitud que al menos no me costaba esfuerzo presentar.
Hoy he descubierto otra ineptitud más: mi capacidad oratoria. Creo que la estoy perdiendo. O hace tiempo que la había perdido pero no era consciente de ello (que es lo más probable).
Cada vez me cuesta más afincarme a unos pilares que me den seguridad. Sin capacidad intelectual, sin capacidad de abstracción, si capacidad de síntesis. ¿Me queda algo bueno?
Todo empezó bien, ayer por la mañana. Después de darme cuenta de que me enrollo y lío las cosas demasiado en mi trabajo, lo tomé como algo positivo para aprender e ir a mejor. Pero esta mañana siguieron erre que erre haciendo énfasis en mi ineptitud. Lo decían en plan "coña amigable" pero supongo que hoy estaba algo susceptible. Esas cosas pasan, es algo que no puedo evitar. En ningún momento quiero echar la culpa a nadie. De hecho, son unas personas que quiero un montón y haría cualquier cosa por ellas: se portan bien conmigo. La culpa es mía, no es nada personal ajeno. ;)
Así pues, como siempre pasa cuando tengo una voz interna que no para de decirme "te vas a equivocar, no haces nada bien" me trabé en la exposición como una loca pero salí del paso: "escueta, concisa, simple". Perfecto. Pero ¿Por qué me siento tan mal?
Mi problema es que me fijo en los detalles sin tener una visión global del problema. Es como la persona que escribe un eslogan en un papel con unas letras enormes pero se da cuenta de pronto de que el papel se está acabando y que aún le queda medio mensaje por escribir: la persona se ha fijado tanto en los detalles de cada letra que se ha olvidado de la condición espacial global del mensaje per se. ¿A qué me reifiero con todo esto? Que no tengo una mente práctica, sino desordenada y emborronada. La construcción de mi mente está compuesta de un montón de mensajes contradictorios, que hacen que no pueda enclarecer una idea en mi mente con total claridad.
Me he dado cuenta que en ocaciones mi comunicación oral se colapsa, como si fuera una necia. Esto se debe a que en mi cerebro están circulando un montón de pensamientos errantes, muchos de ellos obsesionados con la idea de fracasar. Malditos pensamientos. ¡salid de mi cabeza! Ojo, esyo no quiere decir que escuche voces. XDDD
En fín, supongo que el problema está en esa palabra que ha sido siempre el centro de mi vida y mis temores: respeto.
¿Verdaderamente hay gente que merece ser respetada y gente que no? ¿Qué criterios son los dictaminantes? Con esto no quiero decir que la gente no me respete. Todo lo contrario. Hay de todo, eso sí, pero vamos, estoy satisfecha. Sin embargo me embarga el miedo. Tengo la sensación de que merezco ser respetada y a la vez que no me lo merezco: que sí me lo merezco por la condición de ser una ser humana, no lo tengo por las características que creo poseer y que están en contra de los factores que infunden respeto.
Me da una rabia tremenda, porque no es que sea una persona que le encante visitar el jardín de las lamentaciones. Lo que pasa es que, por alguna razón, por extraña que parezca, cuando tengo un buen día (que es a menudo) no me apetece escribir. XDDD
O maldita sea, parece que estoy rememorando los años de mi adolescencia. No era una emo en aquellos entonces. Digamos que era persona depresiva con intentos exhaustivos de disimulo.
Seguro que se me pasará, estas cosas siempre se me pasan. Mañana estaré otra vez feliz y contenta, viendo los colores con una viveza única, con una autenticidad particular y cambiante, a cada segundo que pasa. Sólo es cuestión de tiempo.
¿Por qué no paro de marear la perdiz? Porque siento que, por mucho que me explique, nadie me va a entender. Y el pensamiento a veces es tan fuerte...que acabo diciendo cosas sin sentido. Y cuanto más hablo más sandeces suelto. Y más puedo sentir como que mi mente se vacía hasta que el eco es lo único que resuena.

Después de esto voy a poner algo agradable y positivo. En parte para que la gente no se embajone o tenga un mal concepto de mí (bueno, y si lo tienen ¿qué más me da?). Y en parte para hacer todo lo posible para que este artículo pase totalmente desapercivido. Aunque dudo que con la extención del texto y la imagen, que ya se ha convertido en un hábito casi obligado, pueda esconderse. Pero algo es algo.
Menos marear la perdiz y más ir al grano. Y que las ideas vayan a un rumbo u a otro. No más contradicciones.--->sabemos que es imposible, pero que bonito sería que hubiera probabilidades.

1 chispas coloridas:

Utah dijo...

Bueno, desapercibido lo que es desapercibido no ha pasado.

A veces uno habla y no siempre la dificultad estriba en lo que lleva dentro sino en las ambiciones. Otras veces radica en lo que te dejan decir, cabrea que a uno lo interrumpan.

Pero en el primer caso, si sólo se renuncia a unos cuantos pensamientos por aclarar un par de ellos en un par de frases se avanza mejor. Hay que ir por partes, como Jack el Destripador ^_*

Ya se encargarán luego los demás de traer esas ideas de vuelta con sus comentarios si las olvidamos.

Lo demás es cuestión de práctica.

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