martes, 2 de octubre de 2012

Arrepentirse no es suficiente

Haciendo daño a las personas que más ha querido en su vida, pues el dolor de desencantarlas era mayor que el valor de decir una verdad incómoda. Y por miedo a una palabra equivocada, provocó mil lágrimas derramadas.

Hablo de esa chica que sueña con un príncipe azul. Me refiero a esa chica que ata bien fuerte su corsé...y por la noche necesita quitárselo y gritar en la torre más alta del castillo que sus entrañas están siendo abrasadas.

Se puso una venda en sus ojos el mismo día que puso una de seda al resto de personas que quería por encima de sí misma. Y acabó provocando odio a terceros, que sin entenderlo o quizás entendiéndolo demasiado, señalaron su espalda pero acartonaron su sonrisa; quizás imitando el gesto que ella misma ejercitó en algún momento.

Encerrándose en su habitación, se abalanzó a un peluche de su cama, ese de ojos inertes; que sin tener una gota de sangre en sus venas, proporciona una suavidad compensatoria, de esas que hacen llorar lágrimas sin sabor, sin olor.

Un día, se quitó sus zapatos de tacón y descalza buscó varias águilas. Su intención: mandar mensajes a todos aquellos a los que había atravesado el pecho, para otorgarles una medicina que ella misma se esforzó en crear. Pero un agujero hecho siempre tiene cicatriz, pérdida de sangre y en muchas ocasiones, una muerte sin retorno. Pudo ver a través de muros de cristal insoldable a personas que construían su paraíso. Y sonrío aliviada. Vio personas con mirada serena pero con una palma que advertía distancia. Y ella asintió.

Entonces...empezó a nevar. Y ya no sabía hacia dónde mirar. Estaba rodeada de muros de cristal. Y allá hacia dónde caminara, siempre se golpeaba con alguno. Sólo había un camino sin impedimento: uno que le llevaba a un lugar en dónde no se veía nada, más que niebla. Pero tendría que caminar hacia allí. Confiando en algo más que en sus sentidos: En el juicio y asertividad de sí misma. Y rezar para no volver a equivocarse. No en ese sentido.

Sus pisadas quedaron marcadas por mil lunas, aunque tempestades nórdicas se abalanzaron sobre ellas. Si sigues su rastro oirás tarde o temprano un cántico: una canción que habla de tiempos mejores, de margaritas que crecen en el hielo y de nubes que se pierden en la inmensidad del arco iris. Es la manera que tiene de seguir adelante. Su combustible para seguir caminando. Hacia esa niebla que no termina...pero que se va disipando tan pronto la zona turbulenta se cruza con las puntas de sus pies.

1 chispas coloridas:

Anónimo dijo...

Esrupefaciente. Todo lo sensual lo descarnado las ilusiones los castillos de naipes y las triquiñuelas de tu corazon pasadas a verbo con mucho lirismo. Me ha impresionado mente policromada. ISRA

Publicar un comentario