martes, 27 de enero de 2009

Granito


Los granos. Aparecen siempre en los lugares más inapropiados y si piensas friamente el por qué, no encontrarás razón alguna. Mi cara normalmente no los tiene, pero muchas mañanas me ha sobresaltado alguno. Y curiosamente, no puedes dejar de pensar en una sola cosa: los granos de los demás. Y te pones en el tranvía a mirar la cara de la gente. Y parece que, aunque aquel chico de enfrente tenga millones de granos el tuyo es más grande, más puntiagudo e incluso parece que tiene una boquita que dice "holaaaaaa".
Entonces, para intentar remediarlo, te pones la carpeta en la zona del grano: si es en la barbilla la cosa puede colar. Pero si es en otra parte como en el cachete....hay está la cosa más complicada (no digo en la frente porque tengo mi superflequillo que es más grueso que el antiguo muro de Berlín). Entonces vas con la carpeta a todas partes, y entonces te tropiezas y ¡pam! carpetazo directo a los dientes. Es una verdadera casualidad que ese día se te ocurriese llevar el tocho de libro de fisiológica allí dentro. Con los dientes doloridos te pasas la mano por el grano (¿en un intento por fulminarlo con los dedos quizá?) cuando te das cuenta que se ha caído ¿se ha caído? ¿Cómo es posible? Total que acabas con la cabeza bien alta, eso sí, pero con los dientes doloridos y conuna posible cita con el dentista.
Esto por suerte jamás me ha pasado pero...hace menos tiempo del que se piensa, podría haberme pasado perfectamente. ¿perfeccionismo? No, gracias.

La imagen de abajo: de un caricaturista que está empezando. Página web al margen de la imagen. ;)

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